Están utilizando Palomares como laboratorio a cielo abierto

«Los terrenos han sido utilizados como escenario de investigación»

Los votos particulares, que recuerdan que la ejecución de la limpieza ha sido «recomendada reiteradamente» por la Comisión Europea (CE), a la que España debe rendir cuentas sobre los avances al respecto a finales de 2021, recogen que se «tienen evidencias» de que los terrenos contaminados «han sido han sido utilizados desde el accidente como escenario para la investigación del comportamiento de radionucleidos en el medio natural, sin la debida transparencia e información al público en general, y a la comunidad científica en particular».

«Un elemental principio de precaución en materia ambiental exige que, por encima del interés que pueda tener para la investigación científica la no transformación de la situación de hecho, en especial en referencia a los isótopos del americio, se priorice el de salvaguardia de la salud pública y del medio ambiente, a pesar de que se considere que el riesgo de exposición radiológica no es alto, y aunque esté próximo a cumplirse el período en el que podrá observarse la máxima actividad del isótopo 241 Americio».

Los dos magistrados de la Sección Séptima de la Audiencia Nacional, cuyo tribunal ha prolongado la deliberación sobre el asunto más de un mes, ponen el foco, asimismo, en dos hechos que el fallo da como no probados pero que, según destacan, están «ampliamente documentados en el Plan de Rehabilitación, en la Memoria Palomares e informes de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea».

Por un lado, la existencia de dos zanjas de 1966 con «desechos radiactivos, cuya posición exacta fue determinada en el Mapa Radiológico Tridimensional» y que permanecen en la zona con «restricción total de usos» y, por otro, que la fuente de radiación se compone de isótopos de Plutonio: 238 Pu, 239 Pu, 240 Pu y 241 Pu y de Americio: 241 Am todos ellos transuránicos». «Lo que se duda es sobre la presencia de uranio (U) en las bombas y su enriquecimiento en 235 U, aunque se dice que, caso de existir, su impacto radiológico será menor«, apuntillan.

Modificación de los criterios de intervención para limpiar

Los dos magistrados comparten, asimismo, que cuando se retomaron los contactos diplomáticos entre España y EE. UU., en 2015 el CSN, en sesión celebrada el 22 de julio, aceptó la propuesta del Departamento de Energía estadounidense (DOE) de modificar los criterios de intervención en Palomares, «acuerdo cuyo contenido permanece clasificado».

«Casi inmediatamente después, se firmó el 19 de octubre del 2015 una declaración de intenciones» por el Ministro de Asuntos Exteriores y el Secretario de Estado de EEUU sobre Palomares, sin que se conozca ningún avance posterior», concluyen.

En su día y en el marco de procedimiento, el CSN aportó un documento que «no era copia certificada» del informe aprobado en el citado pleno de julio de 2015 y se acogía para negar el informe completo a la normativa sobre secretos oficiales que se aplica a «todo el proceso relativo a Palomares» desde acuerdo de Consejo de Ministros de 15 de octubre de 2010.

Ecologistas en Acción sostiene que ese cambio que admite el regulador atómico se ha producido «a instancias» del DOE de EE. UU. y asegura que, para ello, se «han aumentado los criterios radiológicos para considerar necesaria una intervención de 1 mSv/a hasta 4 mSv/a», lo que habría permitido la firma de la declaración de intenciones con EEUU para la gestión y almacenamiento de los residuos generados en la limpieza por parte del gobierno estadounidense.

El objetivo, según mantiene el colectivo, sería que, de la limpieza de 50.000 metros cúbicos de tierra, se pasaría «únicamente a limpiar 28.000 metros cúbicos de tierra contaminada», lo que reduciría de 6.000 a 3.300 metros cúbicos el volumen de tierra que debe almacenarse en EE. UU.

Fuente: heraldo.es

Ciudad Juárez, el mayor accidente nuclear de América

Según datos de la OMS, de 1983 a 1995 México registró un aumento de 60% en la detección de tumores cancerosos debido al Cobalto-60 .

El cobalto-60 se mezcló con el resto de la chatarra del Yonke Fénix y se vendió a varias empresas fundidoras de la zona. Entre ellas, Aceros de Chihuahua S.A. (Achisa) y la maquiladora Falcón de Juárez S.A., quienes usaron el metal radioactivo para fabricar bases para mesas y varillas de acero corrugado, muy utilizadas en la construcción de edificios.

Dos años antes de que sucediera la catástrofe de Chernóbil, en México ocurrió el mayor accidente nuclear del continente americano. La tragedia conocida como el incidente del Cobalto-60 en Ciudad Juárez (al norte del país) tuvo su origen en una bodega del hospital privado Centro Médico de Especialidades. Este suceso recuerda al accidente de Goiania, en Brasil, de características similares. «El accidente de Juárez fue el mayor de América por el área afectada y los desechos que se generaron», explica a Verne en entrevista Epifanio Cruz Zaragoza, del Centro de Ciencias Nucleares de la UNAM.

En 1977 y sin los permisos necesarios, el doctor Abelardo Lemus y sus socios del hospital privado compraron una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60 por 16.000 dólares. El cobalto-60 es un isótopo radiactivo sintético que emite rayos gamma utilizado para tratar a pacientes con cáncer.

Por falta de personal, la máquina fue abandonada en un almacén durante seis años, hasta que el 6 de diciembre de 1983, Vicente Sotelo Alardín, trabajador de mantenimiento del hospital y su amigo Ricardo Hernández, decidieron venderla como chatarra.

Los dos hombres desmontaron el armazón metálico de unos 100 kilos y perforaron el corazón de la bomba de cobalto, un cilindro que contenía el material radiactivo (6.000 balines de 1 mm de diámetro). Una vez desvalijada la máquina, Vicente y Ricardo la subieron a una camioneta y la llevaron hasta el Yonke Fénix, un depósito de chatarra donde les pagaron 1.500 pesos.

En el camino al deshuesadero (desguace), la camioneta fue desperdigando el material radiactivo por toda la ciudad. Esta información fue detallada en el informe que después realizó la Comisión de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS)..

El cobalto-60 se mezcló con el resto de la chatarra del Yonke Fénix y se vendió a varias empresas fundidoras de la zona. Entre ellas, Aceros de Chihuahua S.A. (Achisa) y la maquiladora Falcón de Juárez S.A., quienes usaron el metal radioactivo para fabricar bases para mesas y varillas de acero corrugado, muy utilizadas en la construcción de edificios.

Todo este material, unas 6.000 toneladas, se distribuyó a más de la mitad de Estados del país y se exportó a Estados Unidos.

El 16 de enero de 1984, un camión que transportaba varilla mexicana en Nuevo México (Estados Unidos) hizo saltar el detector de radiación del laboratorio nuclear de Los Álamos, el mismo donde se creó la primera bomba atómica.

El Departamento de Salud de Texas y la Comisión Reguladora Nuclear alertaron a México de la contaminación y diez días después, dieron con una de las principales fuentes de radiación, la camioneta de Sotelo, estacionada en la colonia Altavista de Ciudad Juárez, uno de los barrios más humildes de la zona. La troca del intendente estuvo parada frente a su casa varios meses porque le robaron la batería, así que se convirtió en un punto donde los niños jugaban y la gente se paraba a convivir, recibiendo altas dosis de radiación, como contó The New York Times el 1 de mayo de 1984.

Se calcula que los vecinos próximos al vehículo y los trabajadores de las empresas que compraron el metal fueron impactados con diez veces más radiación que el incidente en 1979 de Three Mile Island en Pennsylvania, hasta entonces la mayor catástrofe nuclear de Estados Unidos. The New York Times, citando a autoridades de Estados Unidos, mencionaba que se liberó 100 veces más radiación en Ciudad Juárez que en Pennsylvania. 

Los medidores detectaron que la camioneta arrojaba en algunas partes casi 1000 rads, la radiación equivalente a 20.000 radiografías.

El Centro Médico intentó culpar a Sotelo. “Soy una víctima del problema”, decía el trabajador de mantenimiento a la revista Proceso en septiembre de 1984.»Los fierros (hierros) me los regaló el jefe de mantenimiento. Me dijo: Ahí están esos fierros, llévatelos para que saques para las sodas». El trabajador de 35 años contó que el director del hospital y el administrador le amenazaron y obligaron a firmar una declaración donde decía que había robado la máquina. «Nunca nos avisaron que esa máquina tenía contaminación. La verdad, ni un solo letrero con una calavera o algo así», explicó.

 

Ocultación y afectados

Las autoridades decidieron mantener en secreto el número de personas afectadas. Actualmente se desconoce cuántos tuvieron complicaciones de salud a corto y largo plazo derivado de la radiación. «La información no fue divulgada y no se supo cuántos pero hubo 109 distribuidores de material contaminado en la mitad de Estados del país», menciona el doctor Cruz Zaragoza.

Algunos de los afectados y vecinos de Vicente, de escasos recursos, declararon a Proceso que dejaron de revisarse en el hospital porque no tenían cómo pagar los medicamentos y el transporte. Según el doctor del Centro de Ciencias Nucleares, es muy difícil calcular cuántas víctimas hubo a largo plazo dada la exposición a la radiación y la cantidad de radiactividad.

Se calcula que aproximadamente unas 1.000 toneladas de varilla nunca se recuperaron, con lo que se podrían construir unas 300 casas de tamaño medio.

«Al menos 23 personas, trabajadores del Yonke Fénix sufrieron oligospermia (escasa cantidad de espermatozoides en el semen) y azoospermia (inadecuada producción de esperma) después de estar en contacto con la radiación. El que ayudó a transportar la fuente a la fábrica sufrió quemaduras en las manos y tres trabajadores más presentaron leucopenia (nivel bajo de glóbulos blancos)», agrega el investigador de la UNAM. Las autoridades dieron seguimiento a 10 casos de personas que estuvieron en contacto con la contaminación, de ahí resolvieron que no existía daño severo a corto plazo pero que no se podían descartar futuros problemas biológicos.

«A corto plazo, los síntomas son visibles como quemaduras, vómitos, cefaleas o lesión medular», explica Cruz Zaragoza. A mediano plazo la radiación puede provocar esterilidad provisional, quemaduras y alteraciones en el sistema nervioso. Sin embargo, el daño más grave que sufrió la población fue la exposición a largo plazo. «Una menor radiación pero constante durante 30 o 40 años puede provocar leucemia, anemia, cáncer, daño medular severo, cáncer de huesos y desórdenes genéticos hereditarios», agrega el investigador. Algo que señaló también el informe de la comisión investigadora.

El Gobierno mexicano actuó de manera opaca con la población, minimizaron la magnitud de lo que estaba sucediendo, ocultaron información a la prensa y trataron de obtener rédito político con la crisis. “Todo controlado, dice el Gobierno. Pero no sabe ni a quién responsabilizar.

El accidente fue grave, pero el susto ya pasó”, titulaba en Proceso en junio de 1984. Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Baja California Norte, Baja California Sur, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Tamaulipas, Querétaro, Durango, Hidalgo y Estado de México se vieron afectados por la varilla contaminada.

Como no había suficientes inspectores nucleares en el país, la prensa de la época cuenta que se improvisaron a funcionarios de la Secretaría de Salud, sin conocimientos en el tema, para que detectaran las radiaciones en los edificios contaminados. Nueve meses después solo en Chihuahua, había 20.000 toneladas de desechos radiactivos muy cerca de zonas habitadas. La recogida de la basura fue realizada por los propios trabajadores de las empresas afectadas y se tardó varios meses en enterrar adecuadamente el material contaminado.

“Nos dieron palas largas y bolsas de polietileno [plástico]”, contaba a la prensa mexicana uno de los trabajadores que estuvo en contacto con la radiación.

 

Caos de la descontaminación.

Fotografías de la época muestran el caos que supuso la contaminación aquel año. Helicópteros de Estados Unidos sobrevolaron las principales zonas afectadas y se realizaron labores de limpieza en las calles de Ciudad Juárez, buscando los balines milimétricos en cunetas, entre las llantas de los coches, en los camellones y en 400 kilómetros de carretera hasta Chihuahua.

¿Donde están los desechos radiactivos?

Finalmente, los desechos se enterraron en un lugar conocido como El Vergel, en las dunas de Samalayuca, sobre un acuífero, sin seguir medidas de precaución. Otra parte de la varilla se enterró en Hidalgo, el Estado de México y Sinaloa en lugares donde solo se utilizó plástico y cemento para contener el material radiactivo.

¿Que pasó con las varillas contaminadas?

El saldo fue históricamente negativo: más de 4 mil personas contaminadas y con secuelas; más de 6.000 toneladas de varilla contaminada distribuida en al menos 17 estados del país y en EEUU.

En México, cientos de edificaciones en iguales circunstancias fueron dejadas en pie y “al menos 10 mil toneladas de varilla contaminada jamás se recuperaron”. Los informes establecieron que “de 17.636 construcciones susceptibles de tener varilla contaminada, 1.276 registraron niveles de radiación superiores al fondo natural, pero únicamente 814 de ellas se encontraban por encima de los niveles aceptable, por lo que fueron demolidas”.

Según datos de la OMS, de 1983 a 1995 México registró un aumento de 60% en la detección de tumores cancerosos.

Fuente:  elpaisfactornoticia,

Informe que  realizó la Comisión de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS).

 

 

El CSN no informó de la contaminación subterránea en la central nuclear de Ascó

El Presidente del CSN comparece en el Congreso y le pregunta por las sustancias radiactivas halladas en el subsuelo de la central nuclear de Ascó. La claridad de su respuesta te deslumbrará y te quedarás muy tranquilo al saber que estamos en buenas manos. (Spoiler: NO)

Recambolesca explicación del presidente del CSN sobre contaminación no declarada en Ascó

 

La central de Cofrentes (Valencia) y Hommer Simpson

El CSN cuestiona la «inadecuada actitud» en las revisiones. El componente de la válvula, sostienen las fuentes al tanto de los trabajos de puesta en marcha, ha sido localizado y se va a extraer en los próximos días. No es un trabajo fácil.

En la hipótesis más probable, la pieza se extraerá del lugar en el que se encuentra -el difusor- cortando y soldando bajo metros de agua que actúa como aislante de elementos muy contaminantes.

Los técnicos de la central nuclear de Cofrentes (Valencia), la más potente de las existentes en España (1.092 MW), se enfrentan a un problema peliagudo: como extraer del corazón de la planta una pieza suelta que podría afectar al núcleo. Palabras mayores. La central, propiedad de Iberdrola al 100%, está parada desde septiembre. Entonces cerró para una recarga rutinaria de combustible. El proceso iba a durar 15 días pero va camino de tres meses porque al arrancar se reprodujo un fallo en el sistema de válvulas que ya había sido detectado en agosto.

En plena pugna de Iberdrola -y de su presidente Ignacio Sánchez Galán- con el ministro de Energía, Álvaro Nadal, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) vigila muy de cerca los trabajos de puesta en marcha de la central. Iberdrola quiere arrancarla el 10 de diciembre de diciembre. Pero todo está en el aire.

El CSN está ojo avizor. En un lenguaje poco habitual en el organismo que dirige Fernando Martí, el Consejo daba cuenta en octubre de que Iberdrola había comunicado una «parada no programada» debido «a defectos en una válvula que han dado lugar al desprendimiento de fragmentos de dicha válvula en el sistema de agua de alimentación, que no han podido ser recuperados».

Fuentes al tanto de la investigación de la avería han traducido el incidente: el pasador de una de las válvulas que regula el sistema de refrigeración del núcleo de la central había desaparecido y había viajado por el sistema. A saber dónde. Lo grave es que, según las mismas fuentes, la central ya había detectado un problema en el caudal del sistema de refrigeración -disminución del 16%- en el mes de agosto.

Reproches del CSN

Pese a ello, la central inició la operación de recarga en septiembre y en octubre puso en funcionamiento de nuevo la instalación… que tuvo que apagar al persistir el problema. El CSN censuró la acción. En su particular lenguaje, exigió a Iberdrola «un análisis de causa raíz de todas las circunstancias asociadas con este suceso» y una evaluación detallada «de los componentes transversales de cultura de seguridad potencialmente afectados, particularmente (sic), la inadecuada actitud cuestionadora que llevó a no realizar una revisión y el mantenimiento de la válvula durante la última parada de recarga«.

El componente de la válvula, sostienen las fuentes al tanto de los trabajos de puesta en marcha, ha sido localizado y se va a extraer en los próximos días. No es un trabajo fácil. En la hipótesis más probable, la pieza se extraerá del lugar en el que se encuentra -el difusor- cortando y soldando bajo metros de agua que actúa como aislante de elementos muy contaminantes.

Pese a todo, Iberdrola mantiene el calendario de puesta en marcha para la primera quincena de diciembre. «No tenemos constancia de que el CSN haya puesto inconvenientes a la nueva fecha», señalan en la empresa. Por su parte, el CSN remite a su comunicado de octubre sobre Cofrentes, en el que daba tres meses a la empresa para informar sobre las causas del incidente.

Le eléctrica precisa que el CSN categorizó el suceso de nivel cero (sin significación para la seguridad) en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES). Cofrentes acumula ocho incidentes con al misma calificación este año.

Siete niveles de sucesos

En la escala INES, los sucesos se clasifican en siete niveles. Los sucesos de los niveles de 1 a 3 se denominan «incidentes», mientras que en el caso de los niveles 4 a 7 se habla de «accidentes». Cada ascenso de nivel en la escala indica que la gravedad de los sucesos es, aproximadamente, diez veces superior. Cuando los sucesos no revisten importancia desde el punto de vista de la seguridad se los denomina «desviaciones» y se clasifican «bebajo de la escala / Nivel 0».

La clasificación no basta para tranquilizar a todos. El Movimiento Ibérico Antinuclear ha pedido el cierre de la central. Lo más conveniente, en su opinión, es que la central de Cofrentes no vuelva a ponerse en marcha ya que en 2019 está previsto que se saturan sus piscinas de residuos de combustible gastado.

Fuentes internas del CSN han confirmado que, efectivamente, se han puesto en marcha contactos para la futura construcción de un almacén temporal individualizado (ATI) en Cofrentes.

La central, conectada a la red en 1984, tiene que solicitar renovación de la concesión a partir de marzo de 2018. La actual autorización para operar expira en el año 2021. La central -300 hectáreas- está situada a dos kilómetros del pueblo de Cofrentes, en la provincia de Valencia, en la margen derecha del río Júcar. Está equipada con un reactor de agua en ebullición del tipo BWR, diseñado por General Electric.

Fuente: lainformacion.com

«El desmantelamiento es un proceso con riesgos»

Juantxo López de Uralde, coportavoz y diputado de EQUO Berdeak ha mostrado su satisfacción por el anuncio del cierre.

Ha expresado su convencimiento de que las demás centrales también se van a clausurar.

La decisión de cerrar la planta nuclear de Garoña, comunicada esta martes por el ministro de Energía, Álvaro Nadal, ha dibujado sonrisas entre los miembros de Equo, que llevaban mucho tiempo luchando por ello. Su coportavoz y diputado por Unidos Podemos Juantxo López de Uralde, exlíder de Greenpeace, se mostraba muy satisfecho de que por fin llegara la noticia. “Hoy, por fin, es día de celebración”, comentaba en la Cadena Ser tras conocer la información.

López de Uralde ha considerado la resolución un gran éxito del movimiento nuclear. “Garoña se cierra porque no podía ser de otra manera, la decisión contraria no se habría entendido ni habría sido aceptada por la sociedad”, ha asegurado. Del mismo modo, comentaba que la planta no cumplía las condiciones de seguridad requeridas: “Mantenerla abierta, aunque se cumpliesen las condiciones impuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear, era un riesgo para las personas y el medioambiente”.

En sus declaraciones, López de Uralde ha lamentado la demora en el cierre de la central. “Debería haberse cerrado hace mucho tiempo, en la era Zapatero, ya que por aquel entonces estaba ya claro que Garoña no podría funcionar en condiciones seguras”, ha manifestado el portavoz. Sin embargo, no ha limitado la responsabilidad al expresidente socialista: “Por un lado, el miedo de Zapatero a las eléctricas y, por otro, la obsesión por lo nuclear del PP han llevado a que el culebrón se alargue sin sentido”, lamentaba. En su opinión, el hecho de que las eléctricas no considerasen la planta rentable ha sido más importante que la acción gubernamental para el cierre.

El portavoz es consciente de que el cierre da paso a otro proceso que también se presenta largo. “Hay que esperar unos años a que el reactor vaya adquiriendo las condiciones óptimas para comenzar con su desmantelamiento”, explicaba. Además, destaca la necesidad de gestionar de manera segura los residuos. “El problema de la energía nuclear —proseguía— es que el riesgo continúa aun después del cierre de la central. Es un proceso con riesgos y hay que estar alerta”.

“Fin de la pesadilla”

Equo Berdeak plantea el cierre progresivo y más ordenado de las centrales nucleares que se encuentran aún activas. “Las centrales nucleares se van a cerrar sí o sí; se puede hacer de manera ordenada, buscando alternativas energéticas a esas plantas, o, de lo contrario, será por accidentes, de una forma que sería mucho más desgraciada”, ha asegurado. Y ha recalcado la necesidad de aprender de lo ocurrido con Garoña: “Esperamos que este triste episodio sirva de lección para que cuando llegue el momento de cerrar plantas se cierren”.

Ha mostrado también su descontento por la forma en la que se ha gestionado hasta el momento la situación: “Lo de Garoña ha sido un viacrucis, sobre todo para la ciudadanía y los trabajadores, que han estado instalados en la incertidumbre durante un proceso innecesariamente largo y trabajoso”. Aun así, ha advertido un cambio de tendencia: “Con Garoña querían convencernos de que había que alargar la vida de las centrales nucleares, pero han conseguido lo contrario: nos han convencido de que las centrales se van a cerrar y, por lo tanto, hay que planificar ese cierre para que no haya problemas”.

El  portavoz del grupo ecologista, asimismo, se ha mostrado seguro de que esta es la definitiva. “Ha sido un proceso muy largo, con el informe del Consejo de Seguridad Nuclear, procesos de consultas del Ministerio de Industria, pero esta vez Garoña se cierra, fin de la pesadilla”, ha asegurado.

Garoña: ejemplo de mala praxis y desinformación

Garoña tras el aval del CSN: repuestos caducados, bidones radiactivos corroídos y una denuncia anónima.

Dos días después del visto bueno del regulador nuclear a la prórroga de la planta, la inspección del organismo recibió una denuncia sobre las condiciones laborales en un almacén de residuos radioactivos.

Ese depósito custodia 2.800 bidones radiactivos que es necesario reprocesar y algunos «han perdido la integridad y el residuo se encuentra disperso por el interior del silo», según el CSN

Tras quejas del personal por la exposición a la radiación al sacar esos contenedores, uno de ellos se rompió y desparramó parte de su contenido por el suelo de la central

Repuestos caducados desde hace tres años; un empleado de la brigada contra incendios que dice que en la zona de Protección Radiológica no se oye la megafonía; una denuncia sobre las condiciones de trabajo en un almacén que custodia bidones radiactivos corroídos; quejas del personal durante el reprocesamiento de esos bidones, uno de los cuales cae desde una altura de tres metros y desparrama parte del contenido por el suelo…

Son episodios ocurridos en la central nuclear de Santa María Garoña (Burgos) tras el visto bueno que, contra sus propias directrices previas, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) otorgó en febrero a la prórroga de la licencia de la planta, la más antigua de España y parada por decisión de sus propietarias, Endesa e Iberdrola, desde finales de 2012.

El último acta de inspección trimestral del CSN señala que en el primer trimestre no hubo «sucesos notificables» en Garoña y «en todo momento» se cumplieron sus Especificaciones Técnicas de Funcionamiento y los requisitos para su situación actual de parada. Pero recoge varias «desviaciones», casi todas relacionadas con el Almacén Transitorio de Residuos y Bidones (ATR) de Garoña.

El último suceso conocido

El 24 de marzo a las 10.15 horas se produjo un «incidente radiológico» con un bidón con agua radiactiva, «sin tapa y al que se le coloca un cierre provisional de aluminio», extraído de ese almacén. Como informó Europa Press, pendía de una grúa cuando cayó al suelo accidentalmente desde una altura de tres metros. Se vertieron unos tres litros de desechos, según el titular de la instalación, que «inmediatamente» cubrió con plástico la zona del derrame e instaló un recinto cerrado con plásticos para recuperar el vertido en su interior, cosa que ocurrió a las 18.30 horas de ese día. Los operarios retiraron unos 2 o 3 centímetros del asfalto afectado.

Según el CSN, de acuerdo con la normativa vigente, el suceso, comunicado con «retraso» a la sala de control, no fue «notificable» porque se produjo en una zona clasificada radiológicamente cuyos límites de dosis están establecidos y estos no se superaron. Nuclenor, la sociedad que tiene la titularidad de Garoña,  subrayó el miércoles que el incidente no tuvo «ninguna incidencia en el exterior de dicha área» y «en ningún momento ha supuesto un riesgo para las personas ni el medio ambiente».

El incidente del bidón culminó una cadena de hechos que arranca el 10 de febrero. Dos días después del dictamen favorable del CSN, se registra una «denuncia anónima» y confidencial de personal de la planta relativa a «condiciones laborales en los trabajos del ATR», el almacén que custodiaba el bidón siniestrado. Ese día, Nuclenor «decidió incluir los trabajos del ATR dentro de la planificación general de la planta, generándose un plan de trabajos específico, sujeto a gran variabilidad debido a la gran cantidad de imprevistos que van surgiendo».

Fuentes de Nuclenor, que aseguran que «en ningún caso estamos hablando de combustible gastado, ni de componentes del reactor o de la piscina», explican que el ATR «es una instalación clasificada como zona controlada, con control de accesos, lectores dosimétricos y un pórtico a la salida para impedir la salida de contaminación. Está diseñado para la manipulación de este material y para las contingencias que su manejo pueda generar. En su interior se almacenan residuos de baja y media actividad debidamente acondicionados (ropas de trabajo, equipos obsoletos, etc…) en su mayoría en el interior de bidones si la capacidad lo permite».

Respecto a la denuncia, señalan que «en el hallazgo incluido en este sistema interno de comunicación se hacía referencia a la posibilidad de sustitución de una herramienta que se empleaba para mover los bidones, una pértiga. Como consecuencia del hallazgo, la empresa ha instalado un brazo hidráulico y ha implantado mejoras organizativas adicionales en los trabajos de procesado».

El ATR consiste en una serie de silos o celdas cubiertas con 2.396 bidones de concentrados radiactivos y otros 414 de barros y lodos inmovilizados con microcel (una espuma de celulosa microcristalina) y yeso. Este tratamiento dejó de emplearse en 1982. Se constató, según el CSN, que su comportamiento en condiciones de humedad «era deficiente» y no cumplía «los requisitos de aceptación por parte de Enresa», la empresa pública que gestiona los residuos radiactivos en España.

Garoña tiene pendiente extraer esos bidones para enviarlos al almacén de residuos de media y baja actividad de Enresa en El Cabril (Córdoba) desde hace, al menos, siete años, tal y como refleja un acta de marzo de 2010. Su actividad radiológica «se debe fundamentalmente a Co-60 [Cobalto 60] y CS-137» [Cesio 137], altamente radiactivos. El acta que ha publicado ahora el CSN recoge que, durante los trabajos de reacondicionamiento, se detectó que «algunos silos contienen bidones que han perdido la integridad y el residuo se encuentra disperso por el interior del silo».

«Se estaba procesando la celda O, con unos bidones en estado de conservación muy irregular» y con el material radiactivo «contenido en una bolsa de plástico». «En numerosos casos esta bolsa no estaba cerrada en su parte superior, de modo que el residuo entraba en contacto con la tapa metálica del bidón y la corroía totalmente». Cada bidón tiene 220 litros de capacidad.

«El residuo, una vez en contacto con la atmósfera, aumentaba de volumen y rebosaba, afectando entonces a las paredes laterales del bidón», señala el acta. Hay «casos en los que la tapa ha desaparecido», como el del bidón que se cayó el 24 de marzo: el aro metálico que sujetaba el cierre provisional de aluminio que se le colocó se rompió.

Durante los trabajos en la celda O, el mal estado de los bidones impidió utilizar el método normal de extracción, con una pinza suspendida de un puente grúa. «A medida que fue avanzando la extracción en el silo y empezaron a aparecer bidones con un alto grado de deterioro fue precisa la entrada de operarios a la casamata del ATR», un compartimento estanco para proteger al personal de la radiación.

«Quejas del personal»

Equipados con protección respiratoria y vestimenta especial, los operarios se introdujeron en la casamata «para desde sus laterales y empleando pértigas metálicas, empujar los bidones para que adoptasen una postura que los hiciese susceptibles de ser sujetados por la pinza» de la grúa. «A medida que se iban extrayendo bidones, los que se sacaban eran progresivamente en peor estado, precisando de entradas a la casamata cada vez más frecuentes y prolongadas, lo que motivó las quejas del personal», recoge el acta, que no precisa la fecha de este episodio.

El documento dice que, según el servicio de Protección Radiológica, «no se ha producido un aumento en los rechazos en el pórtico de vigilancia de contaminación en el punto de acceso a zonas exteriores que pudiese ser achacable a los trabajos de extracción de bidones».

La dosis más elevada, en personal encargado de movimiento de bultos y limpieza del ATR, fue de 562 microsieverts en 153,28 horas. El físico nuclear Francisco Castejón, de Ecologistas en Acción, recuerda que supone el 10% de la dosis anual que puede recibir un trabajador de una central nuclear. En su opinión, el estado de esos bidones refleja la «dejadez generalizada» de los dueños de Garoña en el mantenimiento de la central.

Otra de las «desviaciones» que recoge el acta se detectó el 22 de marzo. «Se reparó en que todos los repuestos a instalar» de las correas de un extractor «presentaban fechas de caducidad sobrepasadas». Una de ellas caducaba en noviembre de 2013. «Los operarios no concedían importancia a dicha circunstancia», relata el documento. Ese día, también se celebró un simulacro de incendios no programado. Un miembro de la Brigada de Primera Intervención se presentó indebidamente equipado. «En su descargo afirmó que en la zona de PR [Protección Radiológica] la megafonía no se escuchaba con claridad», dice el inspector.

Fuentes de Nuclenor subrayan que desde la puesta en marcha del sistema de alertas por colores del CSN en 2007, el organismo «no ha clasificado ningún hallazgo derivado de estas inspecciones mayor que verde, es decir, todos ellos han tenido un impacto mínimo en la seguridad de la central y la protección radiológica».

Este acta es la primera que se publica desde que el 8 de febrero el pleno del CSN avaló la reapertura de Garoña pese a tener pendientes desde hace años unos 200 millones de euros de inversiones. Una de sus propietarias, Iberdrola, no quiere realizarlas. Dice que los impuestos del Gobierno a la generación nuclear llevan a estas plantas a pérdidas. La decisión definitiva del Ejecutivo sobre la renovación de la licencia de Garoña llegará previsiblemente este verano. Posiblemente, en agosto.

Dos años más para decidir, o el cuento de nunca acabar.

Antes, el 8 de junio, los dueños de la central de Almaraz (encabezados por Iberdrola) debían activar el proceso de renovación de la licencia de esta planta más allá de los 40 años y en julio le tocaba a Vandellós (Endesa). Pero ya no hay prisa: el Gobierno ha cedido a la presión de las eléctricas y les dará dos años para decidir sobre la renovación, según avanzaron el viernes El Independiente y El Economista.

Fuente:  eldiario.es

Vertido de líquido radioactivo en Garoña, retiran parte del suelo donde cayó

El incidente se produjo hace 2 meses, el 24 de marzo de 2017.

El acta trimestral del Consejo de Seguridad Nuclear certifica un “suceso no notificable” en Garoña tras la caída de un bidón y el vertido de tres litros de material radioactivo

El derrame se produjo en una zona controlada y se limpió ese mismo día

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha certificado un “suceso no notificable” registrado el pasado 24 de marzo en la central nuclear de Santa María de Garoña motivado por la caída de un bidón y el vertido de unos tres litros de material radioactivo al suelo. Según expone el acta trimestral de la inspección de la planta nuclear del Valle de Tobalina, el suceso tuvo lugar en torno a las 10:15 horas de la mañana, al caer un contenedor que había sido extraído del Almacén Temporal de Residuos (ATR) y estaba siendo transportado en una grúa.

El inspector del CSN constató la inexistencia de un protocolo de actuación ante sucesos como este

El contenedor, según relata el técnico que firma el acta, transportaba en su interior un bidón que se había extraído sin tapa y al que se le había puesto un cierre provisional de aluminio. En un momento dado, relata el informe, “se rompió el arco metálico que sujeta la tapa al contenedor y este cayó al suelo desde una altura de 3 metros, quedando la tapa del contenedor suspendida de la pinza”. Al impactar contra el suelo, el contenedor volcó y la tapa de aluminio del bidón cedió, desparramando parte del contenido, que el titular de la planta estimó en “unos tres litros”.

Como consecuencia del suceso, los técnicos de la planta se vieron obligados a tapar toda la zona con plásticos y adaptar un espacio de trabajo en condiciones de seguridad para poder limpiar el vertido. Según explica el informe, los trabajos finalizaron a las 18:30 horas de ese mismo día tras la retirada de entre 2 y 3 centímetros de asfalto potencialmente contaminado.

En este sentido, desde el CSN se ha valorado el suceso como no notificable, toda vez que se trató de un vertido relativamente menor acontecido en una zona controlada que no implicó en ningún caso un riesgo para la salud. De hecho, el ATR se encuentra en una zona debidamente aislada cuyo acceso se encuentra restringido y controlado.

No había protocolo de actuación después de 46 años

Sin embargo, el inspector también certificó la inexistencia de un protocolo en el ATR que contemple cómo actuar en situaciones como esta. Asimismo, el inspector dio cuenta de que “no se estaban tomando medidas ambientales en torno al lugar del suceso”, una cuestión justificada por parte de los técnicos en el hecho de que “no se había detectado contaminación superficial fuera del área tapada con los plásticos”.

Fuente:  burgosconecta.es

Explosión en una central nuclear en Rusia

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El 6º edificio del reactor de la central nuclear Novovoronezh, que fue construido sobre la base de un reactor experimental VVER -1200, pudo trabajar unas pocas semanas a pleno rendimiento hasta que se produjo un accidente.

Los locales informaron de una poderosa explosión en la central nuclear, los informes de los medios de comunicación de Rusia ecológica Bellona.ru .

Al mismo tiempo, los medios estatales rusos tradicionalmente mantuvieron un silencio extremo con respecto a los detalles del incidente. En particular, la agencia de noticias RIA Novosti informó que «la 6 ª unidad de energía de la central nuclear de Novovoronezh fue desconectada de la red debido al fallo del generador de energía.» Mientras tanto, las organizaciones ecologistas independientes descubrieron que el problema es mucho más grave.

«Apagar la sexta unidad en la noche del 10 de noviembre fue precedido por una explosión que rompió el salón de la turbina», escribe la prensa local «Notebook Voronezh», citando testigo presencial del accidente. «Los sistemas de alarma de todos los vehículos de la zona estaban gritando durante al menos 15 minutos. El generador en la sala de la turbina de la 6 ª unidad quemado más allá de la reparación. Además, un transformador soplado, y todas las eléctricas quemadas. Una comisión estatal está trabajando en la estación, la situación es una emergencia «.

Los empleados de Novovoronezh NPP niegan la información sobre una explosión. Dicen que un sonido fuerte fue causado por un viaje de falla.

«Durante la prueba de potencia, se produjo un fallo en el generador eléctrico, lo que provocó el cierre de la red eléctrica», dijo a un representante de la administración de Novovoronezh NPP bajo condición de anonimato. «Cuando se desconecta un generador de energía y una turbina, se activa un sistema que evita la acumulación de presión del vapor por encima del límite. El ruido fuerte fue causado por una rápida apertura de las válvulas. «

Fuente:   realrussiatoday.com

Todo lo relacionado con las bombas de Almeria fue un montaje mediatico. O, no aprendemos ni a la de tres.

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Tras veinte años de investigación, iniciada cuando trabajaba como corresponsal de Efe en Washington, Rafael Moreno publica ahora «La historia secreta de las bombas de Palomares: La verdad sobre el accidente nuclear silenciada durante 50 años» (Ed. Crítica) en la que reconstruye los hechos ocultados con una minuciosa recopilación de documentos obtenidos en los archivos estadounidenses y algunos españoles.

«Tú sabes nadar, ¿no?», le espetó el impetuoso ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, al entonces director de la agencia Efe, Carlos Mendo, apenas doce horas antes de embarcar en un DC-4 para ir a bañarse a Palomares.

Así comenzó la operación de propaganda que pretendía evitar que el siniestro nuclear ocurrido hace 50 años arruinase la campaña turística y conjurar los daños políticos y diplomáticos con Estados Unidos en plena «Guerra Fría» .

Tras la colisión del B-52 Stratofortress con la aeronave nodriza KC-135 cuando repostaba en vuelo sobre Almería (en el sureste peninsular español), siete tripulantes fallecieron y cuatro lograron salvarse, pero una de las cuatro bombas termonucleares, 65 veces más destructivas que las de Hiroshima, fue recuperada en el mar 80 días después.

Dos de las tres Mark 28F1 de 1,5 megatones de potencia que impactaron en tierra se rajaron y los isótopos radiactivos de uranio-235 y plutonio-239 liberados al contacto con el aire se oxidaron y, según los estadounidenses, entonces «la contaminación superó los 2,3 kilómetros».

Entre los legajos norteamericanos cuya desclasificación obtuvo el investigador, Moreno se topó con el acuerdo suscrito bajo el mandato de José María Aznar en 1997 que no fue hecho público y del que la prensa española «no escribió ni una sola línea«, aunque concuerda con la política española en este asunto que caracteriza como de «transparencia nula» .

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Tampoco el mandato de Jose Luis Rodríguez Zapatero contribuyó a la normalización, pues como recuerda el profesor universitario, fue la propia ministra de Asuntos Exteriores entonces, Trinidad Jimenez, quien en una conversación le reconoció que en esa época primaba la convulsa situación en los países vecinos inmersos en las denominadas «Primaveras Árabes» .

Sin embargo, durante la gestión de Hillary Clinton como jefa de la diplomacia estadounidense, la actual aspirante a la nominación demócrata a la Casa Blanca y, pese a las advertencias desde la embajada norteamericana en Madrid, el Departamento de Energía, como subraya Moreno, puso fin a la cooperación económica de 41 años en el Proyecto Índalo, para el seguimiento del riesgo radioactivo.

Es por este motivo, que el autor sí considera importante, pese a la inconcreción de plazos y económica, que los gobiernos de España y Estados Unidos, representados «por primera vez al nivel de titulares de Asuntos Exteriores», -José Manuel García-Margallo y John Kerry-, suscribiesen «con luz y taquígrafos» un acuerdo en Madrid el pasado 19 de octubre.

Sin fijar los plazos ni la financiación, aclara Moreno, Estados Unidos se compromete «a llevarse la basura radioactiva cuando haya una segunda limpieza de Palomares» y destaca que cuando fue suscrito el documento «ya no había ningún acuerdo legal relacionado con Palomares».

Añade que es positivo igualmente que «por primera vez se ha pedido a Nevada (el almacén nuclear estadounidense) que tenga en previsión que le puede llegar tierra contaminada de Palomares».

«Hay ya una previsión de donde podría ir», puntualiza.

Esa tierra aún contaminada y que no fue trasladada con la que los estadounidenses se llevaron entonces a su país, explica el autor, fue roturada para uso agrícola, pues puntualiza, sus propietarios tenían certificados expedidos por las autoridades que aseguraban que todo estaba en orden, y claro, cuando llegó la burbuja inmobiliaria, el afán edificador alcanzó la zona.

Y el americio, recuerda Moreno, «puede ser más peligroso que el plutonio pues es más volátil y puede ser inhalado» y , subraya, «en este caso probablemente cuanto más tiempo pase puede ser incluso más peligroso dejarlo ahí».

Y al final, aquel día Fraga no se bañó una vez, sino que se dio tres chapuzones y eso que, según el autor, fue Robin Chandler Lynn, ex relaciones públicas de la compañía Pepsi, y la cuarta esposa del embajador norteamericano, Angier Biddle Duke, quien ideó el golpe publicitario, conservado como un icono de la «Guerra Fría».

Fuente: terra.es

Más:  Hallan en Almería dos fosas con material radiactivo de las bombas de Palomares

Descontrol de incendios en la central nuclear de Almaraz

almaraz

Veintitrés bomberos han sido despedidos por no hacer las rondas de vigilancia.

El CSN propone un expediente sancionador por falsificar los controles contra el fuego

Durante dos meses —entre el 20 de diciembre de 2014 y el 19 de febrero de este año— la central nuclear de Almaraz, ubicada en el municipio cacereño del mismo nombre, vivió un verdadero descontrol en la gestión de las medidas contraincendios. Un grupo de 23 bomberos, pertenecientes a una contrata externa, falsificó las hojas de control para simular que habían realizado las rondas de seguridad obligatorias por las instalaciones aunque no las habían hecho.

Esta práctica, que bien podía haberla urdido Homer Simpson —protagonista de la popular serie de animación y que trabaja en una central nuclear—, ha motivado el despido de esas 23 personas. Además, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) acaba de proponer al Gobierno que abra un expediente sancionador a esta central, que comenzó a operar en 1983 y es propiedad de Iberdrola (53%), Endesa (36%) y Gas Natural (11%).

El engaño saltó por los aires el 18 de febrero de este año. El inspector residente de Almaraz —que pertenece al CSN pero trabaja habitualmente en la central— realizaba una de sus rondas por las instalaciones. Cuando le tocó el turno al servicio de prevención de incendios, del que se encarga la empresa externa Falck SCI, a este técnico algo no le cuadró. Aún no eran las dos de la tarde, pero las hojas de control de la ronda de las 14.05 ya estaban cumplimentadas. Los inspectores del CSN fueron tirando del hilo en las semanas posteriores hasta descubrir que se trataba de una práctica generalizada.

«La falsificación de las hojas de control de las vigilancias de incendio se venía realizando desde tiempo atrás», sostiene el CSN. «Este incumplimiento se produjo de forma reiterada, falsificando los documentos de registro de las vigilancias», añade el supervisor, que se encarga de controlar el funcionamiento de todas las centrales españolas.

Según los datos recopilados por los inspectores, entre aquel 20 de diciembre y el 19 de febrero, se debían haber realizado 1.480 rondas de vigilancia. Pero solo se ha podido constatar que se hicieran 1.121, el 75%. Los 23 trabajadores implicados fueron primero suspendidos y luego despedidos. Un portavoz de Falck SCI circunscribe el problema exclusivamente a la actitud de estos empleados. «Fueron unas conductas fraudulentas», sostiene. «Había por parte de algunos trabajadores unos incumplimientos muy graves», añade. El problema no fue detectado por la empresa, sino por la inspección.

La central de Almaraz también señala a los trabajadores. La dirección, que mantiene el contrato con Falck SCI pese a este caso, afirma que «estos incumplimientos no afectaron en ningún momento a la seguridad de la planta, dado que esta cuenta con sistemas complementarios».

El CSN no culpa a nadie. Se limita a señalar que hubo falsificación e incumplimientos. Eso sí, en la documentación del expediente se apunta que «en siete casos [los incumplimientos fueron] por decisión del titular al considerar otros trabajos más prioritarios». Falck dice que desconoce a qué se refiere el CSN.

Los trabajadores, tras ser despedidos, acudieron a los tribunales, que en primera instancia han dado la razón a la empresa y han declarado los 23 despidos procedentes. En la última de las sentencias, que afecta a 15 de los bomberos —a los que defiende el letrado Miguel Salom— se reseña la argumentación empleada por los despedidos: «Se trataba de una práctica conocida y consentida por la propia empresa, que obedece a una deficiente organización del trabajo, por no mediar entre ronda y ronda el tiempo suficiente para completar su realización».

Empleados vetados

Pero la titular del juzgado de lo social 3 de Plasencia, Tania Herrero, rechaza estos argumentos: «Ello no justificaría la simulación de su realización mediante la firma de los correspondientes documentos de control». Salom anuncia que los 23 trabajadores recurrirán la sentencia y se queja de que estos empleados han sido vetados para desarrollar cualquier labor en la central.

Y en un pueblo de 1.600 habitantes, donde unos 600 trabajan para la central, esta es la peor condena.

Sabina Hernández (PP), la alcaldesa de Almaraz, tiene en este caso una posición complicada. «Tengo que velar por la seguridad de la central, pero también por los intereses de mis vecinos», afirma. Diez de los 23 bomberos despedidos son de Almaraz y uno de ellos es familiar directo de la regidora. Hernández reconoce que, tras las quejas que los trabajadores trasladaron al Ayuntamiento, intentó mediar con la central, la empresa y el CSN; este último órgano supervisor no contestó a sus llamadas.

Avances técnicos en el almacén

El pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) aprobó el 14 de octubre la contratación de los servicios de asesoramiento técnico para evaluar el diseño estructural del futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC), previsto en Villar de Cañas (Cuenca). El contrato es por 235.950 euros. Cristina Narbona, una de los cinco consejeros del CSN, votó en contra, al considerar que “subsisten” los problemas que ya denunció en julio, cuando este órgano concedió la autorización previa al almacén nuclear. Entre otras cosas, Narbona apuntó entonces a las dudas técnicas sobre la validez de los suelos elegidos.

Fuente: elpais.es